A través de la historia, los juegos olímpicos y en general el deporte que practicamos las personas nos han ayudado a entender sus valores fundamentales.
Los Juegos Olímpicos se desarrollaron a partir de la apreciación de los antiguos griegos por la belleza de la forma y el cuerpo humano. El deporte de la sangre de los romanos era un resultado natural de una sociedad basada en la conquista. Los nativos americanos amaban los concursos que enfatizaban la velocidad y la precisión de sus armas, porque toda su existencia dependía de esas habilidades.
Todo esto lleva obligatoriamente a una conclusión: ¿Qué pensarán las generaciones futuras de nosotros si mirasen cómo se practicaba deporte en la antigüedad y la forma de practicar deporte hoy en día?…
Hoy en día podemos ver a jugadores de baloncesto peleando con los aficionados, un jugador de fútbol americano universitario fotografiado pateando a un oponente en la cabeza, jugadores de fútbol llorando en televisión porque dicen que ganan poco dinero o porque hacienda les reclama una millonada por estafa o atletas sancionados porque han dado positivo en los tests de drogas. Si señoras y señores, a eso hemos llegado y dudo mucho que todo esto tenga algo que ver con el deporte. Un ejemplo comparable podría ser hablar de amor o de sexo duro, obviamente no tiene nada que ver y sin embargo el fin podría ser el mismo…
Hemos pasado mucho tiempo hablando de valores, pero, ¿no es hora de hablar de lo que ha pasado con nuestros deportes?. A menudo y empezando por las ligas pequeñas y acabando por las grandes, hemos puesto tanto énfasis en ganar que hemos llegado a aceptar, incluso fomentar, el comportamiento más violento, grosero e incluso en ocasiones brutal de los atletas, siempre y cuando ganen y sean de nuestro equipo. No es ético ni moral, además de que el fanatismo no lleva a ningún sitio y esto deberían saberlo los amantes del deporte, los del ocio adulto asiduos a webs como porno espanol y cualquier persona que tenga una pasión por algo en esta vida.